La vida que nos distrae de la vida
Sobre distracciones, interrupciones y lo que realmente nos importa
I.
La atención, la distracción y la presencia atenta es algo que me interesa mucho desde que descubrí la meditación hace varios años. Y es un tema que sólo se ha vuelto más relevante ahora que hay una batalla dura por cada segundo de nuestra atención a través de las apps que viven en nuestros teléfonos.
A estas alturas, ya todos (más o menos) sabemos que nuestra atención ha sido hackeada y cada momento de inactividad o silencio lo sentimos demasiado vacío si no estamos scrolleando stories o tik toks o timelines. Te dejo abajo un par de cartas pasadas en las que ya he escrito un poquito al respecto.
Sin embargo, hoy quisiera tratar de poner el dedo en algo un poco menos obvio pero muy real real que he estado percibiendo en meses recientes. ¿Tal vez tú lo has sentido también?
II.
Para describir a lo que me refiero, necesito pintar una escena común que pasa en mi hogar. Te lo cuento sin temor a que me juzgues, ya me he juzgado yo suficiente por los dos.
Son las 8:50 am y tras una semana pesada, hoy es un día en el que no tengo llamadas por la mañana pero sí bastantes pendientes y muchas intenciones. Me he puesto al corriente con mis correos, seguramente ya revisé mis redes, tengo por fin clara la lista de pendientes del día y estoy empezando a avanzar en ellos. Pero, casi son las 9:00 y ya voy un poco tarde para prepararle el desayuno a Sofía que está en casa entretenida con su niñera.
De inmediato, me invade una sensación de pesadez porque tengo que interrumpir este tren que apenas está empezando a andar para ir a cocinar un huevito revuelto con espinaca que ojalá en esta ocasión sí le guste a mi hija. Me levanto de mi silla y voy a la cocina, no de mala gana pero sí como quien tiene que ir a atender una obligación, como quien tiene que ir a pagar el recibo del gas.
Pudiera parecer un momento sin importancia, a fin de cuentas las cosas que tienen que pasar están ocurriendo. ¿Y no es la paternidad un estado constante de malabareo torpe e improvisado?
Hay bastante qué desmenuzar de esa escena, pero en lo que me quiero detener es en la sensación (muy irónica) de interrupción; que es irónica por dos razones:
i. Las interrupciones no son el problema (aunque sí son un problema)
Hay incontables momentos en mi día en los que de manera inconsciente invito interrupciones a mi día al entrar a redes sociales como un acto reflejo cuando hay una mínima pausa, sólo para darme cuenta 45 mins después que he estado scrolleando videos de - por ejemplo - las clavadas más impresionantes en la historia de la NBA.
ii. Se nos olvida que no todo vale lo mismo
Hay una ironía bastante brutal en considerar atender las necesidades de la hija como una distracción de algo como contestar un e-mail. Este es el tipo de cosas que alimentan la constante sensación de culpa que invade a los papás y mamás al menos una vez al mes. ¿Cómo puedo ser un buen padre si el otro día hice o sentí esto o aquello?
Ahora bien, en cuestiones de paternidad/maternidad (y en todo lo demás también) hay muchos factores que desconocemos. Tal vez ese correo era efectivamente súper urgente, tal vez era el correo que nos iba a cambiar la vida, tal vez la hija nunca desayuna, o al revés, tal vez éste es su tercer desayuno. Pero - no está de más aclarar - ése no es el punto.
El punto es la actitud mental que puedo decidir habitar cuando algo inevitablemente se interponga en el camino de otra cosa. Todos tenemos un ejemplo de algo importante (a menudo urgente) que hemos considerado una distracción de algo honestamente menos importante.
Es cierto que nuestra comprensión de lo que es importante va evolucionando conforme vamos madurando, y creo que escribí todo esto sólo para recordarme que en este mundo en el que estamos tan distraídos hay que tener cuidado de que lo irrelevante no interfiera (demasiado o tan seguido) con lo fundamental.
Porque a menos de que seas un monje en un monasterio, interrupciones en el día va a haber. No me queda muy claro cuándo ocurre esto, pero llega un momento en la adultez en el que la vida se siente como una serie de interrupciones de una cosa tras otra. La clave está tal vez en afinar el radar para saber discernir cuándo una interrupción merece nuestro recurso más preciado (la atención) y cuándo es sabio dejarla ir en el río de las interrupciones que componen la vida moderna.
El punto fino al que todavía no sé si he llegado con esta reflexión es que no se trata sólo de aprender a identificar lo que es realmente importante, sino de disfrutar el acto de prestarle atención a lo que sabemos que la merece.
Gracias por recibir Sunday Service un domingo más. Como siempre, espero que te haya dejado algo que puedas llevar contigo al inicio de la semana.
Te abrazo desde el río de interrupciones que vamos navegando juntos.
Carlos 🍃
TOBOGÁN SONORO 🌊🎧
¡Tobogán Sonoro retoma actividades la próxima semana!
Así que se extiende la fecha de participación para enviarme sus piezas de audio bajo el prompt: LA VENTANA. Se reciben sus colaboraciones (3 mins máximo) hasta el 22 de febrero. Será un honor recibir y publicar sus aportes.
Se pueden escuchar las ediciones anteriores de Tobogán Sonoro en la parte final de las cartas que dejo a continuación:
¡Hasta el próximo domingo! 🍃
Gracias por esta reflexión en la que caigo, justamente hoy, que me viene al pelo.
"recordarme que en este mundo en el que estamos tan distraídos hay que tener cuidado de que lo irrelevante no interfiera (demasiado o tan seguido) con lo fundamental."
Un gran abrazo 💫
Como mujer con TDAH, descubierto tardíamente, porque lo había enmascarado demasiado bien, puedo decirte que la atención es un tema fascinante. Gracias por tu rincón de preguntas, que se siente pausa y me genera tranquilidad en esta vorágine digital de la que a veces y frecuentemente solo quiero desaparecer. A propósito, conoces a alguien que haya cerrado IG y tenga una newsletter? Gracias y un abrazo!