I have learned that questions elicit answers in their likeness — answers rise or fall to the questions they meet.
Krista Tippett
El otro día mi terapeuta me hizo una pregunta que me llevó por un camino de introspección alrededor de la espiritualidad y mi reciente paternidad.
Me sentí muy sorprendido de lo mucho que había detrás de esa puerta que aún no había abierto y quisiera compartirte un poco de lo que he pensado desde entonces.
Los procesos de terapia, por su naturaleza, suelen ser confusos hasta que una pregunta puede cambiarlo todo, y a partir de ese momento nos queda más claro para qué estamos ahí.
Terminando la sesión sentí que la razón por la cual reinicié terapia cuando supe que sería padre se encuentra en la intersección de esos dos enormes temas: regresé a terapia para reconectar con un presentimiento.
A veces toma 14 meses darse cuenta de algo.
Nota:
Mientras escribo esto ignoro hacia dónde voy con estas líneas. Me cuestiono a menudo si debería seguir depositándome en estas cartas cada semana y presionar el botón ‘enviar’. Confieso que para mí es terapéutico, pero.. ¿para ti?
Por eso quiero empezar agradeciéndote por leerme hoy. A veces creo que con estas cartas rompo las reglas de lo que debe tener un texto para que sea interesante: relevancia para el lector.
A menudo me siento un poco egoísta, sentándome aquí cada domingo para hablarte de lo mío. Aprecio tu lectura, paciencia y acompañamiento.
Gracias por recibirme en tus domingos. 🍃
Seguimos:
La espiritualidad como la paternidad no sólo son procesos que nadie puede vivir por nosotros, sino que son gobernados por la voluntad, la libertad y el anhelo en el sentido en el que uno tiene que decidir desde la autonomía querer entrar a ese espacio (sagrado) y una vez ahí entregarse, dejarse transformar, permitirse descubrir profundidades que no teníamos idea que existían dentro de nosotros.
Es cierto que uno puede encontrarse en esos espacios de paternidad y espiritualidad sin voluntad, por accidente. De ahí la importante distinción entre estar de manera funcional, y decidir entregarse a la experiencia.
Uno puede ser padre por mera biología, uno puede encontrarse en un ambiente espiritual por accidente, pero sólo es posible decidir hacer de la paternidad una experiencia espiritual. Eso no puede ser un accidente.
La paternidad y la espiritualidad son medios de transformación consciente.
Ahora bien, la espiritualidad es una palabra un tanto radioactiva en algunos círculos y también un fetiche vacío en otros. Tuve que aprender a (re)acercarme con cautela a esa palabra habiéndola entendido incorrectamente por muchos años como sinónimo de religiosidad.
Cuando tuve mi rompimiento con la religión (experiencia definitoria de mi vida adulta y cuento para otro día) mi relación con la espiritualidad cambió radicalmente. En palabras de mi terapeuta: me desconecté de la luz.
Aprendí con los años que hay algunas dimensiones y experiencias en la vida que es necesario definirlas a nivel individual, subjetivo e íntimo. La experiencia espiritual fue una de esas cosas para mí.
Tuve que redefinir lo que significa la dimensión espiritual en mi vida. Aprendí a identificar chispazos de lo divino en el arte, en la música, en la intimidad de una relación, en los amigos, en la fotografía, en la naturaleza, en la escritura, en la meditación, en mí mismo.
La paternidad ha sido una puerta más para entrar en contacto con lo espiritual. Y es una cuestión de enfoque, porque ¿cómo puede haber algo espiritual en cambiar pañales, en consolar berrinches, en pasar noches sin dormir? El camino espiritual - por definición - incluye cierto nivel de sufrimiento, porque se trata de un camino de transformación. Cualquier transformación trae algunos dolores, la paternidad no es ni remotamente la excepción.
Aunque hace rato dije que lo espiritual no tiene que estar casado con lo religioso, veo varios aspectos religiosos en la paternidad: hay una ritualización de lo cotidiano, hay sacrificio, hay un sentirse inadecuado, hay consolación en grupo, hay confrontación con nuestra vulnerabilidad, hay errores y hay perdón, hay éxtasis y hay llanto, hay una redefinición del ser.
Pero más que nada hay una oportunidad de contemplación del milagro que es tener a ese pequeño humano en nuestros brazos. Es sentir la responsabilidad que es mantener vivo, saludable y feliz a esta nueva persona que queremos más que a nuestra propia vida. Es una oportunidad de sentirse conectado a la cadena de ancestros que hicieron todo esto antes que nosotros. Es una oportunidad para reconectarse con la luz.
Hay algo muy profundo y hermoso en esta experiencia y es mi deseo seguir honrando lo divino en esa bebé que algún día me llamará papá.
Sofía ya tiene 5 meses y a veces por la noche le gusta que le toque el ukulele:
Hace un año escribí:
Noviembre, mes de Encuentros de Mentes
El lunes pasado salió el episodio #111, una conversación con Santiago Carsolio, una de las personas más fascinantes que he conocido recientemente. Te invito a que lo escuches aquí:
Mañana sale el episodio #112. Puedes suscribirte en Spotify o cualquier otra plataforma de podcasts para no perderte los últimos dos episodios del año.
Nos leemos el próximo domingo. 🍃
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Coincido en que eres muy generoso al compartir estas íntimas reflexiones sobre la paternidad. Me encantó el audio con el ukelele y la risa de Sofía. Gracias, Charlie!
Esta ha sido una de las cartas màs bellas y ese audio con el ukulele y la risa de Sofía me conmovió tremendamente 🧡 gracias!