(Canción que me acompaña mientras te escribo)
Una de las razones por las que disfruto escribir esta carta cada semana es que me permite poner atención a lo que sucede en mi vida con mayor cuidado. Encuentro que la escritura es un buen medio para transportar mis reflexiones cotidianas. Escribir exige hacer un intento consciente por desenmarañar los pensamientos (lo cual no es tarea menor) y encontrarles una narrativa, y con suerte una lección.
Esta semana te escribo desde Tepoztlán, un pueblito a las afueras de la Ciudad de México, en donde Sofía pasa su primer viaje con amigos queridos. Y por supuesto, no hay nada como los viajes para poner en perspectiva ciertos aspectos de nuestra cotidianidad: lo que queremos dejar atrás, lo que extrañamos, lo indispensable, lo prescindible, lo novedoso, a lo que hay que regresar.
Desde la planeación de este breve viaje (en distancia y en tiempo) me he encontrado en la tensión que estoy seguro la mayoría de los mapás habitan: los intentos por mantener o abandonar cualquier apariencia de control sobre las circunstancias.
Por supuesto, creo que como papás es deseable y en buena medida indispensable mantener ciertas cosas esenciales bajo control, pero si algo nos enseñan los bebés apenas asoman su bella cabeza en este mundo es que el rango de lo que podemos (intentar) controlar es mucho más limitado de lo que quisiéramos aceptar. Los bebés son buenos para enseñarnos que el control es una ilusión, una misión fallida, un cometido malogrado desde el origen.
Supongo que el deseo de mantener el control es que el que lleva a ciertos papás a querer (con la mejor de las intenciones) moldear la vida de sus hijos, a querer diseñar el camino por el que quisieran verlos andar. Pero el deseo de controlar es una manifestación del ego, el cual está presto (casi predispuesto) a enfadarse o resentirse cuando las cosas no salen como lo establecía el plan.
Hace algunos meses una doctora - tras contarle todas las cosas que estábamos intentando sin éxito con respecto a la comida o los llantos de Sofía - nos dijo lo que titula la carta de hoy: “los bebés vienen con un mensaje, suelta el control”.
Claramente, y sobra la aclaración, ésa no fue una provocación a rendirse o dejar de buscar respuestas. Más bien, se trató de una invitación a abandonar toda pretensión por gobernar lo incontrolable y a ser acompañantes amorosos, cuidadores entregados y testigos activos de esa nueva vida que hemos traído al mundo.
En eso he pensado estos días, a la vez intensos y suavecitos.
Nos leemos el próximo domingo.
Abrazo,
Carlos
Esta semana hace un año escribí esto:
Podcast favorito de la semana
Descubrí un podcast que se llama The Informed Life y escuché estos tres episodios de los que aprendí mucho:
Gracias por leer hasta acá. ¿Te gustó el Sunday Service de hoy? En caso de que sí, ¡dale un ❤️ o un restack! También puedes compartir esta carta con alguien que creas que la va a disfrutar, el mayor acto de amor:
Nos leemos el próximo domingo. 🍃
Estoy disfrutando tus post sobre mapaternidad muchísimo, antes incluso de saber que Felix y yo estamos esperando también un bebé :-) todavía queda camino (mayo) pero estamos muy muy contentos desde ya. Sigo atenta a tus lecciones *_*
¡Qué genial la recomendación del podcast, no lo conocía!
Abrazo,
Guia
Un sabio mensaje de los bebés para los papás y los no-papás. Gracias por tu carta. Y un agradecimiento a Sofía por enseñarte tanto a ti y a nosotros a través tuyo.