Sobre el estrés postraumágico
Recordar desde el agradecimiento como antídoto al agobio existencial
Hace tiempo escuché un episodio del pódcast Punzadas Sonoras en el que se dijo la frase que titula esta carta. Paula e Inés lo dijeron un poco de pasada, sin pensarlo mucho, como un chiste interno. Tampoco recuerdo el contexto, pero me pareció una frase maravillosa y tuve que detener todo, sacar el celular y apuntarla en mi app de notas para algún día reflexionar al respecto. Bueno, pues llegó el día.
Comenzaré por decir que siento que todos necesitamos incorporar más esta frase en nuestras vidas. La vida - como todos sabemos - está muy llena de estreses que dejan un sinsabor o de plano un mal sabor de boca.
Nos estresamos por un montón de cosas que muy probablemente nunca sucederán, y por otras cosas que sí sucederán pero que no serán tan terribles como nos imaginamos, o por otras cosas por las que no podemos hacer prácticamente nada por cambiar la situación. En breve y desde la simplificación: el estrés es el producto de una mente muy preocupada en el futuro.
Hay otro tipo de estrés que está claramente anclado en el pasado: el estrés post-traumático, que como su nombre indica es una afectación de la salud mental que algunas personas desarrollan después de un evento terrible en sus vidas (guerras, violencia, accidentes, desastres naturales, etcétera).
Este es el tipo de estrés que no se le desea a nadie. Para empezar porque significa haber vivido un evento traumático horrible. Pero también porque ese evento deja una marca permanente, un recuerdo inescapable, una lente a través de la cual se ve la vida a partir de ahora, desde el miedo a que eso que ocurrió no vuelva a suceder.
El estrés que nos convoca este domingo es un estrés tal vez un poco más arraigado en el presente, y por lo mismo (como todo aquello que nos recuerda regresar al momento presente) mucho más recomendable.
El estrés postraumágico se entiende aquí en Sunday Service (tal vez se entienda distinto en Punzadas Sonoras) como la sensación remanente después de haber vivido, visto o escuchado algo hermoso, mágico.
Me encanta esta frase porque nombra algo que no había percibido del todo en el mundo de los estreses: la sensación de que después de haber coexistido con esa magia, no hay nada más que lo pueda superar. La sensación de que hemos llegado a la cúspide de la experiencia humana, y más allá de eso es imposible que haya algo mejor. A partir de ahora… todo es de bajada.
Déjame contarte una de esas experiencias para mí:
En 2014 tuve la suerte y privilegio de ser parte de un grupo de voluntarios y subirme al Peaceboat durante 105 días. Este crucero japonés zarpa cada año desde el puerto de Yokohama, le da la vuelta al mundo visitando unos 20 países y regresa a Japón. Cuando supe de la existencia de este crucero, no había ni una célula en mi cuerpo que tuviera la duda de que tenía que encontrar la forma de subirme a ese barco. La forma de lograrlo era a través del voluntariado como profesor de idiomas.
No hay forma de exagerar lo mucho que este viaje me cambió. A 10 años de distancia sigo incrédulo de lo maravilloso que fueron esos 4 meses de mi vida. Cuando regresamos a Japón, tras la última parada en Papua Nueva Guinea, un grupo de amigos y yo nos subimos a un tren para llegar a Tokio esa noche.
Ya en el tren recuerdo haber vivido un momento de película. El tren iba lleno de japoneses regresando a sus casas después de un día de trabajo. Iban con la mirada perdida en sus celulares o perdida en el horizonte de los pueblitos entre Yokohama y Tokio. Muy seguramente para ellos era un viaje más en tren de vuelta a casa. Nosotros íbamos en ese tren exhaustos y maravillados, con una sonrisa en complicidad, como quien sabe que algo extraordinario acababa de pasar en nuestras vidas. En ese momento, en ese tren, sentí que había alcanzado un pico en mi experiencia humana.
Me tomó bastante tiempo procesar ese viaje, y en muchas ocasiones me invadió esa sensación que describe el estrés postraumágico: no creo que nada tan maravilloso me pueda volver a suceder.
Algo que diferencia al estrés postraumágico del postraumático es que a diferencia del segundo, uno quiere recordar con tanta claridad como sea posible los eventos que nos marcaron de forma positiva. Es una gran bendición poder tener eventos de este tipo en la vida y hacemos bien en reconocer eso de entrada.
Me he dado cuenta de que el giro de tuerca que hay que hacer para contrarrestar el estrés postraumágico tiene que ver con recordar desde el agradecimiento. Cuando uno se permite habitar en serio el agradecimiento es muy difícil sentir otras emociones y estreses al mismo tiempo.
No se puede disfrutar mucho de la vida si le dedicamos energía a especular si las experiencias que vendrán podrán superar lo que ya vivimos. Lo que importa es qué tanto agradecemos haber estado ahí, y también qué tanto agradecemos estar hoy aquí.
Y con eso cierro esta carta. Con el agradecimiento absoluto de poder llegar a tu bandeja de entrada y saber que tal vez algo de estas cartas te alienta a empezar bien tu semana.
Nos leemos el próximo domingo.
Te abrazo, sin tanto estrés
Carlos 🍃
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Ay, por favor! que precioso el concepto que traes a la mesa! y esas ilus... un viaje hermoso. Gracias.
Que maravilla de relato:) gracias por compartir Charly. Abrazo