Pero sigues durmiendo en mi pecho, hasta pareces aun más dormido, seriamente dormido. No tengo idea qué hora es. Y no me importa. Las once de la mañana, las tres de la tarde. Así pasan los días cansados pero felices, que se entremezclan con los días felices pero cansados y con los días felices pero felices.
Literatura infantil, Alejandro Zambra
¿Cómo va tu día, queridx? Espero que estés muy bien. Me alegra saludarte un domingo más. La manera en la que pierdo rastro de los días últimamente es sorprendente. De la misma manera en la que uno a veces se va a dormir, cierra los ojos y siente que la noche duró 5 minutos, así siento que apenas ayer era martes y de pronto, ¡pum! domingo otra vez.
(tremendo verso en esta canción: ave que sabe, sabe que es ave, y volará)
Te escribo con Sofía dormida en mi pecho. A veces tengo que detenerme a media frase porque siento que se empieza a despertar con mi tecleo. Es un verdadero acto de equilibrio creativo. La bendi ya cumplió un mes, y no sé qué me cuesta más trabajo creer: que ya haya pasado un mes, o que apenas haya pasado un mes.
“Bueno, y ¿cómo llevas la paternidad?”, me preguntó un amigo ayer. “Es intenso y muy bello”, le respondí. No hay nada que ilustre mejor esa respuesta que esta escena:
El otro día tuve que quedarme solo con Sofía un par de horas mientras su mamá iba a una consulta médica. Hicimos todos los preparativos para que las cosas no se salieran demasiado de control. Spoiler: se salieron de control. La bendi no paró un momento de llorar y gritar. Intenté de todo pero nada funcionaba. Me abrumó no poder hacer absolutamente nada por consolar a mi hija. Cuando llegó su mamá, le entregué a Sofía y se calmó de inmediato. Le dije a Dana que necesitaba un momento para bañarme. Entré a la regadera y lloré.
Este momento - intenso y bello - me recordó una frase que le leí a Florencia Sichel: no hay crianza sin colapso. Paternar es darse cuenta de que la forma de hacer planes y de existir (anterior a les hijes) no puede ser más. No sólo nace un bebé, nacen también sus mapadres. Es un encontronazo de realidad que se aprovecha mejor tomándolo como un ejercicio de humildad y perseverancia. Paternar es recordar que - al igual que en los quehaceres creativos - ante el colapso no queda más que retomarse, levantar las piezas, aprender la lección e intentarlo de nuevo. O en mi caso, salir de la regadera y abrazar a mi hija otra vez.
Seguimos aprendiendo.
Agradecido,
Carlos
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Cuanto amor y paciencia se percibe en tu relato... vengan a visitarnos a Experiencia uno de estos sábados a la clase... Verlos con Sofía en brazos y comentando la experiencia de la mater/paternidad sería suculento.
Gracias por compartir