Hola, queridx.
Aprendí rápido a dejar mi Kindle cerca del sillón donde me siento cuando Sofía se queda dormida en mis brazos. En esos momentos he estado leyendo intermitentemente The Second Mountain, de David Brooks, y este párrafo me llamó mucho la atención:
If you aren’t saying a permanent no to anything, giving anything up, then you probably aren’t diving into anything fully. A life of commitment means saying a thousand noes for the sake of a few precious yeses.
Y luego este otro también:
Our commitments give us our identity. They are how we introduce ourselves to strangers. They are the subjects that make our eyes shine in conversation. They are what give our lives constancy and coherence.
Algo que de lo que se habla mucho cuando se habla de paternidad es del mucho sueño, tiempo y energías que te quita para hacer cualquier otra cosa que no sea cuidar y atender a ese bebé. Lo cual es cierto. Sin embargo, percibo que en esa misma exigencia reside también un gran regalo: saber lo que es importante en todo momento, lo cual es una gran novedad para mí.
Una buena parte de mis días pre-bebé se me iban en tratar de decidir qué hacer. Sobre todo en los días en los que tampoco tenía llamadas o eventos qué atender. Un día demasiado libre muy a menudo se convertía en un día perdido en el mar de posibilidades. Poco se lograba y mucho se deseaba haber hecho en esos días sin destino evidente.
Por el contrario, los días post-bebé son muy claros. La consigna es inequívoca: mantener a ese bebé vivo, atendido y feliz. Éste el tipo de claridad que sólo un compromiso de ese tamaño (preferentemente cuando es adquirido por voluntad propia) puede brindar. Y hoy más que nunca lo agradezco.
Once a kid is born you’ve been seized by a commitment, the strength of which you couldn’t even have imagined beforehand. It brings you to the doorstep of disciplined service.
Sobra decir que no estoy promoviendo tener hijos para comprender esto. A lo que voy es que muchos le temíamos a adquirir compromisos por miedo a perder la aparente libertad que hay la infinidad de posibilidades.
Es fácil (pero igual costoso) no elegir en cosas que nos importan bajo la premisa del siempre evasivo momento ideal. Contraintuitivamente, abrazar un compromiso (a una causa, a un estudio, a una persona, a una familia) nos regala la enorme libertad de olvidarnos de todo lo que podría ser y aprender a participar en la construcción del presente (lo que es).
Me gustó que ese libro me recordara que nuestros compromisos le dan a nuestros días coherencia, y a nuestra vida identidad. Me despido desde el mismo sillón donde leo cuando Sofía duerme y escribo cuando Sofia duerme.
Nos leemos el próximo domingo.
Abrazo comprometido,
Carlos.
Gracias por leer hasta acá. ¿Te gustó el Sunday Service de hoy? En caso de que sí, ¡dale un ❤️ o un restack! También puedes compartir esta carta con alguien que creas que la va a disfrutar, el mayor acto de amor:
Nos leemos el próximo domingo. 🍃
Me parece interesante ver cómo nuestras reflexiones, desde orillas muy distintas, terminan convergiendo. En últimas, esta semana hablé de cómo mi compromiso con el voluntariado en Peces ha terminado por definir mi identidad. Otra cosa que me da curiosidad, que no comprendo del todo, es que se me haya venido a la mente una idea de Marx cuando escribí mi nota (no suelo recordar citas) y ahora se me viene otra de él que encaja muy bien con una de tus ideas: toda decisión implica la renuncia a su contraria. Ser soltero vs estar en pareja, ser padre vs no serlo, tener una vida estable vs tener una vida en movimiento. Y así. Un abrazo!