Recuerdo cuando mi abuela me dijo que ahora lloraba por todo. Un atardecer hermoso podía ser más que suficiente para hacer rodar esas lágrimas. Ni qué decir de una escena sentimental en la tele, o una canción o un poema.
O una noticia.
Cuando Dana y yo supimos que seríamos mapás quise que fuéramos a darle la noticia a mi abuela en persona. Le llevamos flores. Le dijimos que sería bisabuela. Lloramos todos juntos.
Algo que no se cuenta mucho acerca de la paternidad es lo mucho que uno llora. Platicaba un poco de esto con otro papá el otro día. La paternidad tiene un efecto lacrimógeno potente. Llevo siete meses con la lágrima bien a flor de piel. No es queja.
Enero fue un mes particularmente líquido. Te dejo aquí cinco cosas que me hicieron llorar el mes pasado, ojalá te conmuevan a ti también (ve por tus kleenex).
Este video de una niña con implante coclear escuchando por primera vez a su papá tocar la guitarra.
La respuesta de Nick Cave a una carta que le envió uno de sus suscriptores publicada en su newsletter The Red Hand Files. Vale la pena leerla toda, pero así cierra: 😭
Be kind and patient and gentle and merciful with one another. Stay close. Hold firm. Forgive. Grief prepares the way. Joy will in time find you. It is searching for you, in the impossible darkness, even now.
Love, Nick
El papá de una querida amiga falleció hace poco debido a una enfermedad súbita y fulminante. La mamá escribía un blog privado para actualizar a la familia y círculo cercano sobre la condición de su esposo en sus últimos días de vida. Pude leer un par de entradas de ese blog. El corazón me dolió el día entero.
Esta historia en audio de Sara Curtis. Me reencontré con esta pieza por casualidad en enero y la volví a escuchar con calma. Qué poder tiene el audio para hacer resonar sentimientos en historias y dolores ajenos.
Y finalmente,Enero fue el mes en el que decidimos hacer un entrenamiento de sueño con Sofía. Era ya indispensable, pero qué duro fue. Se lloró de cansancio, se lloró de escuchar llorar a la bebé, se lloró de acompañar a la bebé en su proceso, se lloró de verla dormida en el monitor.
Siempre me pareció asombroso ver a personas que podían conmoverse y llorar en público brevemente, luego retomarse y seguir con su día. Antes entendía el llanto como la culminación de alguna tristeza grande que había que estar cargando el día entero. La expresión llegar hasta las lágrimas da un poco a entender precisamente eso.
Pero ahora sé que las lágrimas no son un destino acuoso al que uno llega después de contender con alguna pena, sino que son también un camino a través del cual podemos entendernos mejor, y podemos permitirnos conectar con el presente mucho más. Luchar contra las lágrimas (tal vez en un intento por no querer verse vulnerable) es luchar contra el momento presente, es negarse la posibilidad de conectar profundamente con lo que nos atraviesa, y nada atraviesa más fuerte a alguien que una paternidad involucrada.
Gracias por recibir hoy esta carta que te debía haber llegado la semana pasada pero no logré terminarla hasta hace un momento. Nos leemos pronto.
Con cariño,
Carlos 🍃
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Nos leemos el próximo domingo. 🍃
Qué hermosa entrada. Les abrazo con cariño.
Me encantó.
Me encanta llorar. Soy padre hace 2 años. Pero ya lloraba desde antes.
Saludos desde Bogotá.