Hola, queridx. Me alegra saludarte de nuevo. Te dejo esta canción que me ha acompañado estos días, es parte del playlist que hice de junio que te dejaré al final de esta carta.
He estado pensando en lo mucho que tardamos en apreciar las lecciones que aprendemos de nuestros padres. Y es que, claro, algunas enseñanzas que en su momento eran nomás “cosas que nuestros padres decían” sólo pueden ser apreciadas en toda su dimensión con el espejo retrovisor del paso de los años.
Recuerdo muy bien un comentario que hizo mi mamá cuando yo tendría unos 10 años, y es algo en lo que hasta el día de hoy pienso.
Un día me quejé con mi madre - con la intensidad y amargura con la que se queja un niño de 10 años - de que siempre me tocaba a mí cambiar el rollo del papel del baño. Lo sé, una gran tragedia. Me parecía inconcebible y me enojaba que siempre me tocara a mi sentarme en el baño y tener que cambiar el rollo. ¿Por qué nunca (según yo) lo cambiaba alguien más?
A lo que mi madre respondió: “Lo bueno que lo único que tienes que hacer es abrir esta puertita y agarrar uno.”
Esa respuesta, calmada y certera, me enseñó bastante ese día, pero mucho más décadas después. Nunca me había puesto a considerar a mis 10 añitos (entendible pues) que yo no hacía nada porque esos rollos de papel de baño estuvieran siempre ahí, listos para cuando los necesitara. Lo cual, por supuesto, aplicaba para absolutamente todo lo que había en la casa: la comida, mi ropa, la luz, el agua, el internet, la comida de los perros, todo.
Nada tenía que hacer yo por que la alacena de la casa estuviera milagrosamente abastecida, y sin embargo ahí estaba yo quejándome de tener que abrir una puerta, extender la mano y agarrar lo que ya estaba ahí para mí.
Lo que amo de este recuerdo es que no fue un momento de instrucción formal, ¿sabes? A veces creemos que las lecciones más importantes las aprendemos en la escuela o cuando estamos sentados poniendo atención, pero estoy seguro que las lecciones que más se nos graban, y a las que más recurrimos de adultos, las aprendemos en un día cualquiera, en un momento casi sin importancia, en interacciones fugaces del día a día.
Tardamos mucho en darnos cuenta lo que nuestros padres hicieron por nosotrxs: los desvelos, los gastos, las preocupaciones, los sacrificios, a veces auténticos milagros.
Ser mamá o papá es una labor de servicio para la que los agradecimientos reales llegan décadas después. Ojalá nos diéramos cuenta más pronto. Tal vez lo que quiero decir con esta carta es que si tenemos la suerte de tener a nuestros padres vivos todavía, ¿por qué no llamarles hoy y agradecerles algo que sabemos que hicieron por nosotros?
Hasta aquí lo dejamos hoy. Nos leemos el próximo domingo. 🍃
Agradecido,
Carlos
🪴 Playlist de mis canciones favoritas de junio.
🪴 Disfruté esta conferencia de Pablo D’Ors. Por momentos tocando un poco fuerte en clave cristiana, pero hay mucho mucho qué apreciar de esta charla.
🪴 Medio obsesionado ando con este tipo de arte con imágenes, telas y textos.
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