I.
Muy a menudo me sorprendo cuando encuentro personas que siempre tuvieron claro lo que querían ser de adultos. Mejor dicho, lo que siento es bastante envidia.
Hace poco recordé esta sensación mientras leía un hermoso ensayo de Vivian Abenshushan, en el que cuenta sobre el momento en el que decidió abandonar a medio camino su tesis de licenciatura, manchando así su reputación como buena estudiante, por temor a caer en una estructura rígida de aprendizaje que ‘replica dócilmente’ saberes en formatos apreciados por los establecimientos educativos de la actualidad.
Lo que ella quería (lo tenía claro con una convicción envidiable) era ser escritora. Y luego nos regala este párrafo que es un deleite leer:
Para escribir no me bastaba pensar el mundo, deseaba tocar sus intensidades con el cuerpo, atravesarlo y dejarme atravesar por él, expuesta a mí misma y a los otros, en circunstancias más concretas que aquellas que me ofrecían las aulas y los libros. Deseaba implicarme. Fue así que la pedagogía de la deambulación me jubiló prematuramente de la academia, mientras dedicaba cada vez más tiempo e intención a la educación no formal, una educación sin horarios ni currícula obligatoria, sin muros ni jerarquías del conocimiento, enclaves de autoformación donde el aprendizaje era entendido como un proceso hospitalario y recíproco, un proceso común.
II.
En los últimos meses he estado atravesando por un proceso interesante de arqueología personal. Llevo tiempo queriendo adentrarme en las pistas de vida que me han traído hasta aquí y ahora, particularmente las pistas ubicadas en la infancia: esa época en la que los recuerdos los vamos construyendo de a poco con lo que otros nos cuentan.
Recuerdo haberle escuchado a Hernán Casciari esta idea de que lo que uno estaba haciendo a los 10 - 12 años de edad, es lo que (seguramente) sigue haciendo como adulto, en esencia. En su caso, a esa edad estaba haciendo pequeños reportajes de su barrio, grabando conversaciones con sus vecinos en cassettes y escribiendo sobre lo que había pasado ese fin de semana. Se la pasaba jugando a ser periodista o escritor. Ahora sigue jugando a lo mismo con nuevos juguetes. Voltear a la infancia es una forma de entenderse e iluminar el presente.
Me cuesta rastrear una línea tan clara en mi caso, sobretodo porque soy un late bloomer. ¿A qué jugaba yo a esa edad? Como cualquier niño de los 90’s casi no hay fotografías de mí haciendo cosas que me gustaran. Claro, hay muchas fotos posando con familia y en la escuela, pero casi ninguna de mí en mi elemento, jugando a algo.
Sin embargo algunos recuerdos sí han iluminado el camino. Recuerdo que a esa edad en la que mi vida estaba concentrada en tres lugares - la casa, la escuela y la iglesia - había cuatro cosas que llenaban los pocos espacios de tiempo que quedaban en esa bendita época sin redes sociales: tocar guitarra, jugar basketball, andar en bicicleta y leer. (Mis padres nos tenían muy limitada la televisión, cosa que en su momento resentí y que ahora agradezco un poco con recelo.)
A veces voltear a la infancia nos revela cosas tan obvias que nos cuesta trabajo aceptar que ésa es la respuesta que estábamos buscando. Sigo interesado en la guitarra (y cada vez más en la música en general), sigo revisando lo que está pasando en la NBA, la bicicleta sigue siendo mi modo de transporte favorito y sigo acumulando libros que nunca tendré tiempo de leer.
Ahora bien, el ensayo de Abenshushan me hizo darme cuenta de otra obviedad, y lo que me trajo a escribirte hoy esta carta. Algo que empecé a desarrollar en esa época fue la capacidad de aprender del mundo fuera de esos tres lugares que me contuvieron tantos años. La capacidad de volcarme en un tema que me interesara a menudo sin ninguna aplicación práctica aparente. Fue lo que me llevó en su momento a interesarme - con la vehemencia incomprensible y voraz de cualquier adolescente - en la evolución de las especies, en las religiones del mundo, en los idiomas, en guitarristas virtuosos, entre muchas otras cosas.
Tiene sentido que mi profesión sea la de intérprete de conferencias, una actividad que me ha permitido acercarme a lo largo de los años a una gran diversidad de temas, a veces muy aburridos, pero otras veces fascinantes. Ha habido conferencias que me han llevado a investigar mucho más allá incluso pasada la fecha de la conferencia.
III.
Me gusta ser una persona consciente de todo lo que aún no sabe, ni entiende. Lo cual es un peligro en esta época en la que todo el conocimiento de la humanidad está tan a la mano.
Siempre he padecido de ‘cursitis aguditis’. Cuando veo un curso que me intriga, por más extraño que suene, hago todo lo posible por inscribirme y cursarlo. Encuentro muy saludable encontrarnos en espacios en los que somos quien menos entiende de lo que se está hablando. Me recuerda lo mucho que hay por aprender, lo vasto que es el mundo, lo absurdo de las certezas absolutas.
Dicho todo esto…
…desde hace tiempo he querido recomendar en Sunday Service algunos de los cursos que más he disfrutado en los últimos años. Ojalá alguno de estos cursos te llame la atención y despierte en ti ganas incontenibles de aprender y practicar algo nuevo.
🌊 Cursos favoritos en los últimos años:
🌿 Mirar, Editar, Contar, con Iara Kremer
Iara es co-fundadora de una escuela de talleres presenciales y online llamada Santa Talleres. El algoritmo de instagram me lo mostró un día de pandemia y desde entonces he sido fan absoluto de todo lo que haga Santa Talleres. En este curso aprendí un proceso para crear fanzines o foto libros, mucho más allá de lo técnico. Iara tiene el don de transmitir e inspirarnos a crear obras personales que comuniquen una parte sensible de nuestro ser. Fan absoluto de Santa y de Iara.
🌿 Cine Diario, con Ezequiel Palazzo
Este curso (que ahora se llama Cartas en Movimiento) satisfizo un hambre grande que tenía de hacer videos de la cotidianidad. Ahora que revisé mis notas de las clases veo lo increíbles que fueron. La cantidad de referencias e inspiración que nos dio Ezequiel, además de sus comentarios perspicaces y profundos me dejaron muy contento de haber hecho este curso y de seguir haciendo videos.
🌿 Atmósferas Sonoras, con Rocio Morgenstern
Éste es el último curso que he tomado y me sorprendió lo mucho que lo disfruté a pesar de no conocer casi nada al respecto previamente. Rocío es la primera persona a la que le entiendo claramente sus explicaciones de Ableton Live y me impulsó a hacer creaciones sonoras muy libres y extrañas. Este taller me inspiró mucho a conocer el mundo de la música ambient, un trip en el que sigo actualmente.
🌿 Poesía visual, con Lina Botero
Este es un curso de Domestika que disfruté mucho durante la pandemia. Me encontró en un momento en el que estaba entrando de lleno al mundo del journaling y siempre me ha encantado todo lo que se puede comunicar en la mezcla de imágenes con texto, así que devoré el curso y sigo teniendo pendiente armar un proyecto con lo aprendido con Lina.
🌿Guión de no ficción para podcasts narrativos, con Chico Felitti
Chico es de las personas más cool que hay en el mundo del podcast y no lo conocía hasta ver este curso de Domestika. Este curso fue un excelente recordatorio de buenas prácticas para los proyectos en audio que siempre traigo en mente. Excelente y muy accesible para niveles principiantes e intermedios en audio y narración sonora.
🌿Beatmaking Essentials, con Felipe Vassão
Aprender un poco sobre producción musical y en este caso beatmaking es uno de mis objetivos creativos más recientes. No he podido avanzar mucho en este tema pero esta clase con Felipe fue una gran inspiración. Otro personaje que desborda coolness en instagram y en Domestika.
Gracias por recibir esta carta un domingo más. Siento que en esta ocasión divagué más de la cuenta, pero te agradezco haberme acompañado. Si te decides por alguno de los cursos que recomendé por acá no dudes en contarme qué te pareció la experiencia. Quisiera conectar con más personas que padezcan la cursitis aguditis que me aqueja desde hace años.
Si disfrutaste esta entrega no dejes de enviársela a alguien. ¡Que tengas un excelente inicio de semana!
Te abrazo desde la arqueología de las infancias,
Carlos 🍃
Nos leemos el próximo domingo. 🍃
Recién llegada aquí, Carlos, leí algunas entradas y siento que un poco somos "kindred spirit" en algunas cosas. También muy de hacer cursos y disfrutarlos y que crezcan en mí, con el tiempo, y también en una búsqueda un poco arqueológica de qué soy hoy gracias a lo que fui en la infancia. Te encontré por el espíritu jardín de unos posteos más al futuro que este (me encantó eso también). Es extraño a veces cómo en distintos momentos vitales igual nos encontramos con gente -aunque sin conocernos realmente- que andan rumiando pensamientos que se tocan. Gracias.
Yo sufro de tallerismo serial. Al año hago al menos dos talleres públicos de creación o escritura creativa. Me encanta aprender de otres, y compartir con personas creativas y creadoras 🤍